Hay personas que vinieron al mundo a dejar huella. Wilson Rico es una de ellas.
Ingresó a la Fundación Fraternidad Medellín como Coordinador de Educación hace ya 11 años, y desde el día uno tocó el corazón de sus compañeros, de colegas, maestros, estudiantes y de la comunidad en general.
Durante todo este tiempo acompañó con infinito amor y generosidad proyectos invaluables. Se preocupó porque cada espacio construido o reformado contara con todos los elementos que estudiantes y docentes se merecen. Recorrió pueblos y veredas llevando la bandera de la Fraternidad con orgullo. Y escuchó como el mejor de los maestros a niños, jóvenes y adultos para devolverles siempre palabras llenas de esperanza, de respeto y de optimismo.
“Wilson llegó a la Fraternidad con toda su experiencia a trazarnos el camino que daríamos por los próximos años, pensado en cómo mejorar la calidad de la educación que reciben los niños de los colegios que acompañamos. Fueron varios meses de investigaciones y búsquedas; no solo de modelos educativos y métodos, sino de aliados experimentados. Cada uno lo revisó y lo escogió con todo el conocimiento que tiene en temas de educación; y no nos equivocamos. Nos ayudó a entender el camino y la ruta que debíamos seguir. Hoy casi 11 años después vemos que sus elecciones han sido las correctas, tanto en alcances como en aliados. Ha hecho un trabajo juicioso, riguroso y amoroso de seguimiento y acompañamiento a todas las decisiones que hemos tomado. Y no solo eso, ha sido un consejero y aliado de rectores y maestros con los que hemos trabajado por todos estos años. Todos lo respetan y admiran y ven a él un amigo y consejero que siempre está dispuesto a escuchar, ayudar y a buscar soluciones. Ha sido un coequipero admirable, que nos alegra los días con su buen humor y calidad humana” dice Magdalena Restrepo, directora de Fraternidad Medellín.
Quienes conocen de cerca su trabajo saben de memoria sus enormes cualidades: su capacidad de escucha, su generosidad con el conocimiento, su actitud positiva permanente, su compromiso inquebrantable con el bienestar de las comunidades. Cómo Gloria Cristina Villa, Jefe de Planeación y Proyectos de la Fundación GreenLand quien hoy le dice “Wilson desde el primer momento que te conocí sentí que tu propósito por el cambio de vida a través de la educación es un baluarte que hoy tienes; siempre has sido una persona cercana, cálida, y amorosa con cada detalle. Gracias por tus aprendizajes y momentos de conversación para el futuro en el mejor momento de cada día. Me llevo en el corazón un gran amigo que estará siempre con cada aprendizaje que me diste”.
El amoroso esposo de Natalia, el gran papá de Marcos y el buen amigo de todos nosotros, hoy termina su ciclo en la Fundación Fraternidad Medellín. Un ciclo que marcó la vida de miles de personas y que nos deja un recuerdo que llevaremos para siempre en el corazón. Para Wilson todo nuestro cariño y gratitud y la certeza de que su vida, su alma y su sonrisa queda para siempre en el corazón de la Fraternidad.