Noticia

Volar para servir: 60 años de la Patrulla Aérea Colombiana – Antioquia y 41 años de una alianza que salva vidas. 

Hay vuelos que no buscan destinos turísticos ni grandes aeropuertos. Vuelos que despegan cargados de esperanza, aterrizan en pistas de tierra y transforman silenciosamente la vida de cientos de familias. Así son los vuelos de la Patrulla Aérea Colombiana – Antioquia (PAC), una organización que durante 60 años ha tejido una historia de servicio, solidaridad y compromiso con las comunidades más apartadas del país. 

Desde hace 41 años, la Fundación Fraternidad Medellín se ha unido a esta misión, convencida de que el bienestar de Colombia y de Antioquia se construye desde todos los frentes. Lo que comenzó como un apoyo puntual se ha convertido en una alianza sólida y duradera, que cada año permite llevar atención médica gratuita y especializada a territorios donde el acceso a la salud es casi un milagro. 

Hoy, esos esfuerzos se materializan en cuatro brigadas anuales de salud: dos en Vigía del Fuerte y dos en Siete Vueltas, en San Juan de Urabá. Allí, entre el calor, los ríos y la selva, los médicos voluntarios de la PAC llegan con sus equipos, medicamentos y conocimientos, pero sobre todo con humanidad. Atienden a niños que nunca habían visto un pediatra, mucho menos a uno que conozca perfectamente sobre temas cardiacos. A jóvenes que aprenden todo sobre salud oral con odontólogos que les hablan sobre cuidado y prevención y a adultos que encuentran luces de esperanza en un médico general o en un ginecólogo. 

Detrás de cada brigada hay una cadena de manos unidas: pilotos, médicos, voluntarios, y aliados, que hacen posible que la salud llegue hasta donde los medios de transporte tradicionales no llegan. Porque Ayudar a Ayudar también significa confiar en quienes, desde distintos caminos, comparten el mismo propósito: transformar vidas. 

En estos 60 años, la Patrulla Aérea Colombiana – Antioquia ha demostrado que servir con compromiso y sin esperar nada a cambio, puede cambiar lo que ocurre en la tierra. Hoy desde Fraternidad Medellín celebramos con gratitud la oportunidad de ser parte de esta historia que demuestra que la solidaridad no tiene fronteras, ni límites. Porque servir no es un acto aislado, es un compromiso que se renueva cada vez que alguien recibe atención, esperanza y lo más importante: una certeza de que no está solo. 

Compartir