El 9 de junio de 1997 nació en Marinilla, Antioquia, una mujer que desde muy temprano entendió que el deporte no solo se practica con el cuerpo, sino también con el alma. María Carolina Velásquez Soto, hoy con 28 años, ha convertido cada brazada, cada pedalazo y cada zancada en una declaración de amor por la vida, por la disciplina y por los sueños que parecen imposibles hasta que alguien decide alcanzarlos.
Su historia en el triatlón no empezó con grandes medallas, sino con la curiosidad de unir sus pasiones por la natación y el atletismo en una sola prueba. Desde entonces, el triatlón se transformó en su camino y también en su escuela: le ha puesto obstáculos desafiantes, pero también le ha regalado los momentos más felices de su vida. Con ese carácter que forja Antioquia, Carolina pasó de ser una juvenil con sueños olímpicos en 2014 a cumplirlos en grande en París 2024, donde se convirtió en triatleta olímpica.
Sus logros hablan de una carrera brillante: oro en el Panamericano de Chile 2025, oro en la World Cup de Huatulco 2025, medallas en América, Australia, Venezuela y Cuba; además de triunfos en los Juegos Panamericanos, Suramericanos y Bolivarianos. Pero detrás de cada título hay una historia más grande: la de una mujer que nunca ha dejado de creer, incluso cuando el camino ha sido difícil.
Carolina también es psicóloga, convencida de que el deporte y el conocimiento son dos alas que se necesitan para volar más alto. Su propósito va más allá de las marcas: quiere inspirar a las niñas y jóvenes que, como ella, sueñan con llegar a lo más alto. “El triatlón me enseñó que la vida siempre pide un poco más de nosotros, pero también que la recompensa es inmensa cuando luchamos con el corazón. Mi sueño olímpico es también un sueño colectivo, de quienes creen en que el deporte puede transformar destinos”, asegura.
Desde la Fundación Fraternidad Medellín celebramos su recorrido y nos unimos, con gran orgullo a su meta. Porque cuando Carolina corre, pedalea y nada, no lo hace sola: lleva consigo la fuerza de Marinilla, el orgullo de Antioquia y la esperanza de todo un país.